Al cielo de la nada con lo mínimo.
A través del ojo de la cerradura observo a escondidas la vida,
la espío para ver si acaso entiendo
cómo ella gana siempre
mientras nosotros perdemos.
Cómo los valores nacen
y se imponen sobre lo primero que se acaba:
El cuerpo.
Muero en mi pensamiento sin signo de enfermedad.
Vivo sin necesitar ningún ánimo.
Respiro aunque esté a una lejana cercana distancia
de lo que se toca caliente y arde en llamas…
Me pregunto qué otros lazos inventará la vida
entre el golpe de la extinción definitiva
y la maravilla de la inmortalidad cotidiana.
Debo mi sabiduría al miedo:
pétalos, gemidos, matices,
los deshecho.
Suelo, aire, raíces conservo.
Digo que lo que sobra se vaya
para entrar al cielo de la nada
con lo mínimo.
Katerina Angelaki-Rouk.
[Trad.: Alejandro Aguilar]
Dice Penélope.
«And your absence teaches me
what art could not»
DANIEL WEISSBORT
No tejía, no cosía,
un escrito comencé, y lo borraba
bajo el peso de la palabra
porque es imposible la expresión perfecta
cuando es presionada por el dolor interno.
Y mientras la ausencia es la directriz de mi vida
– ausencia de vida –
llanto brota hacia el papel
y el dolor físico del cuerpo
que se seca.
Borro, atravieso, ahogo
los vivos gritos
«dónde estás, ven, te espero,
esta primavera
no es como las otras»
y comienzo nuevamente en la mañana
de nuevos pájaros y nuevas sábanas
secándose al sol.
Nunca estarás aquí
con la manguera regando las flores,
mientras los viejos techos se sostienen
cargados de lluvia,
habiéndose diluido mi realidad
en la tuya,
tranquilamente, otoñalmente…
Tu corazón único
– único porque lo elegí –
estará siempre en otro lado
y yo con palabras cortaré
los hilos que me atan
a dicho hombre
que extraño
mientras Odiseo sea símbolo de Nostalgia
y navegue en los mares
de la mente de cada uno.
Te echo de menos con pasión
cada día,
para limpiarte de los pecados
de la dulzura y del bello olor,
todo completo,
vuélvete ya inmortal.
Es un trabajo duro y desgraciado.
Mi único pago será entender
al final qué es la presencia humana,
qué, la ausencia
y cómo funciona el yo
en tanta soledad, en tanto tiempo
que no se detiene con ningún mañana,
todo el cuerpo se repara a sí mismo,
se levanta y cae a la cama
como si lo hirieran
algunas veces enfermo, otras enamorado,
esperando
que lo que pierde en tacto,
lo gane en esencia.
Katerina Angelaki-Rouk.
[Trad.: Alejandro Aguilar]
Quiero escribir un poema
III
Quiero escribir un poema
de la primera vez que me hallé desnuda
sin ser pequeña ya,
de los ojos del hombre
que medían mis imperfecciones
antes de atravesarlas,
de los dedos que seguían los ojos,
del primer dolor, la primera flor
que se abrió en la oscuridad que me acariciaba como una luz,
de la ropa, tan incómoda después,
de las comidas que despertaban ya
otra especie de hambre.
Quiero escribir un poema
de la primera vez…
Pero ni siquiera mi alma
ha logrado concentrar aquél sabor.
Katerina Angelaki-Rouk
[Trad.: Alejandro Aguilar]
Tuvo nuestro amor un poder cósmico.
Tuvo nuestro amor un poder cósmico,
maravillaba a las personas
cuando caminábamos a paso lento
como si un bote nos llevara de fiesta
y con canciones.
Desarreglados
con la tersura del cobertor
todavía en el cuello,
nuestras voces parecían
la del coyote y la del ruiseñor,
placeres revueltos en el aire.
Sabíamos las respuestas
cuando a las puertas preguntan los ángeles,
que de pie cuidan con firmeza, separadas,
la tristeza terrenal de la celestial.
(- Sí, aquí nos quedaremos…
– Mientras dure…
– Observamos con maravilla a la zorra que corre…
– Escribiremos poemas hasta entrada la noche,
hasta el gran dolor corporal…)
Rara vez, abrazas,
rara vez, temes
la muerte cuando, en tus manos,
el amor
se vuelve el cetro
del poder cósmico.
Katerina Angelaki-Rouk
[Trad.: Alejandro Aguilar]